Juan, un sevillano que hizo de Madrid su hogar durante varios años, se encontraba ingresado en el Hospital Universitario Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes. Pero su vida cambió cuando llegó la Ambulancia del Deseo a recogerlo al hospital.
El objetivo era cumplir su mayor deseo: reencontrarse con sus familiares y amigos en Sevilla, en la emblemática Basílica del Gran Poder.
Cuando llegamos al hospital, Juan nos recibió con una mezcla de impaciencia, alegría e ilusión. No podía esperar para regresar a su ciudad natal y disfrutar de la compañía de los suyos. Durante el viaje, Juan no paró de hablar de su vida y todo lo que significaba este viaje para él. Su entusiasmo era contagioso y todos nos sentíamos emocionados de poder hacer realidad su sueño.
Al llegar a la Basílica del Gran Poder nos esperaban hermanos de la Basílica, familiares y amigos de Juan. La emoción se apoderó del momento cuando se produjeron los abrazos y lágrimas de alegría. Juan visitó la Basílica y pudo realizar el tradicional besapié de Jesús del Gran Poder, un momento que siempre recordará.
Después, nos dirigimos al Convento de Santa Ana, donde Juan y su hermana se criaron. Las monjas Carmelitas del convento se alegraron mucho al ver a Juan y compartieron con él recuerdos que hacían brillar sus ojos de emoción y poner una sonrisa llena de nostalgia.
Nos invitaron a una jugosa limonada recién exprimida de los limones de la huerta del convento, un momento que nos hizo sentir como en casa.
Una vez que salimos del convento, nos dirigimos al restaurante donde Juan había reservado para almorzar todos juntos.
Durante la comida, no hubo un instante de silencio. Todo giraba alrededor de alguna anécdota o vivencia que había sucedido a lo largo de sus vidas. La comida fue un momento de alegría y júbilo que jamás se olvidará.
Después de un día lleno de reencuentros, emociones y recuerdos, regresamos a San Sebastián de los Reyes para dejar a Juan en su habitación del Hospital Universitario Infanta Sofía. Su rostro reflejaba una gran sonrisa y una sensación de felicidad que no podía ocultar.
Había podido compartir su día con su gente y eso era todo lo que necesitaba.
Nuestro más sincero agradecimiento al equipo de paliativos del Hospital Universitario Infanta Sofía, en especial a Araceli y Ernesto, médico y enfermero de paliativos, y a AETESYS, en especial a David.
Su apoyo y colaboración han sido fundamentales para que este momento tan especial se haya hecho realidad.