Pedro soñaba con algo muy sencillo y a la vez inmenso: celebrar su cumpleaños en la playa. Su mujer, Noelia, nos escribió contándonos su situación… la enfermedad le había robado fuerzas y, además, la DANA había dejado su edificio sin ascensor, lo que hacía casi imposible que pudiera salir de casa.
Ese día, tres voluntarios de la Fundación Ambulancia del Deseo fuimos a su domicilio. Con esfuerzo y cariño, conseguimos bajarlo en silla de ruedas y trasladarlo en nuestra ambulancia hasta Cullera. Allí, Pedro pudo reencontrarse con la vida y la alegría.
Con lágrimas en los ojos escuchó el “cumpleaños feliz”, sopló sus velas rodeado de su familia, gozó por el paseo marítimo, entró en tiendas, tomó helados y compartió bromas con sus seres queridos. Fue un día lleno de risas, emoción y ternura.
Ya al final de la jornada, con no poca dificultad, subimos de nuevo los 4 pisos de su casa. Pero todo valió la pena: Pedro estaba feliz, su familia también, y todos los que estuvimos allí sabemos que este cumpleaños quedará grabado para siempre en la memoria y en el corazón.
Porque los deseos, aunque parezcan pequeños, tienen un poder infinito.