Carmen nació en Chantada y, aunque la vida la llevó hasta A Coruña, su corazón siempre ha seguido latiendo al ritmo sereno de su tierra natal. Hace unos días, nos pidió cumplir un deseo muy especial: volver a casa.
En su viaje de regreso, quiso hacer una parada significativa, una de esas que solo tienen sentido desde el recuerdo y el cariño: contemplar por última vez el Monasterio de Oseira, aquel que solía ver a lo lejos junto a su abuelo, en uno de esos silencios compartidos que dejan huella para siempre.
Carmen no viajó sola. A su lado, su hija y su hermano caminaron con ella este trayecto de regreso, acompañándola con amor en un gesto lleno de ternura, memoria y raíces.
Gracias, Carmen, por dejarnos formar parte de este momento.
Gracias al Monasterio de Oseira por sus atenciones hacia nosotros.
Gracias a nuestros voluntarios Armando y Zulay por tanta energía solidaria.
