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Un deseo sencillo, un momento eterno

Hemos tenido el honor de cumplir el deseo de Ana, residente en un centro donde su movilidad es muy limitada. La recogimos acompañada de su sobrina para llevarla a un lugar que guardaba en su memoria y en su corazón: el puerto de Cartagena.

Al llegar y bajar de la ambulancia, Ana miró al mar, respiró la brisa y, con una emoción espontánea que nos conmovió a todos, dijo: “¡Cartagena, guapa! ¡Guapa mi sobrina!”

Su sonrisa, iluminada por la luz del Mediterráneo, fue un recuerdo imborrable para cada persona presente. Un instante de felicidad pura en el que el mar y la memoria se encontraron.

Nuestro agradecimiento a Antonia, trabajadora social de la residencia Valle de las Palas–Tallante, al equipo de la residencia Amavir Cartagena y a nuestros voluntarios, que hicieron posible este momento tan especial.

Porque cumplir un deseo no es solo acompañar: es devolver vida a los días, y días a la vida.